miércoles, 30 de septiembre de 2009

Casi famoso



Sergio Nordetti lleva años yendo a cuanto programa de televisión existe. No porque sea especialmente talentoso. Menos por su belleza ante las cámaras. En un mundo lleno de rostros iguales, Sergio es la perseverancia de quien se sabe difícil de olvidar.



“¿Usted salió en la tele el otro día?”. “¡Buena compadre, te felicito por lo del viernes!”. “¡Pucha que me río contigo!”. Ha caminado sólo dos cuadras por Avenida Providencia cuando ya varios transeúntes y bancarios, en plena hora de colación, han saludado a Sergio Nordetti. Él, tímidamente, sonríe y agradece a cada uno.

Lo primero que asoma en la cara de Sergio son los dientes. Luego, el ojo izquierdo, cuya visión es nula y su tamaño es sustancialmente más pequeño que el derecho. Da la sensación de que estuviera haciendo un permanente guiño. El tabique nasal está completamente arqueado, razón por la cual su hablar se escucha enredado y muy agudo. Tiene 24 años, pero representa más. Muchos más. Sergio Nordetti escapa a todos los cánones de belleza impuesto por la sociedad y en especial por la televisión. Pero es justamente en esta última donde siente que pertenece. Es la televisión su mayor pasión en la vida.

Nordetti ha aparecido en tantos programas de televisión, que no recuerda cómo ni cuándo fue la primera vez que estuvo en uno de ellos. Pero asegura haber estado en todos. Ha trabajado con quienes él define como “los rostros de televisión del momento” y esto lo llena de orgullo. Desde Felipe Camiroaga, pasando por Leo Caprile y Willy Sabor, hasta Kike Morandé. Cuando nombra a este último, su rostro se ilumina: Sergio quiere ser como Kike.

“Señor Nordetti”, como es conocido en la televisión, trabaja en los sketch del programa Morandé con Compañía, participa de extra en teleseries y se presenta en cuanto programa busca talentos necesite de alguien. Ese alguien que en sólo cinco minutos satisfaga sus necesidades televisivas. Y por su trabajo no cobra un peso. Su lema es estar presente, independiente del pago.

En cinco años más, sus sueños son conducir un programa juvenil como Yingo y tener una productora. Pero hay una nueva pasión, que también quiere ver realizada: tener un programa en la radio. “Sé que la voz y mi modulación no me favorecen, pero igual voy a la radio y a veces Willy Sabor me saca al aire. Me gusta harto”, dice.

Reconoce que sus apariciones en televisión se deben a su cara y peculiar voz: “Yo no me encuentro bonito, o sea, no soy bonito y tengo voz de pito, pero eso es lo que me ha abierto las puertas de la televisión”. En cambio, estas mismas características le han cerrado las puertas en el ámbito personal. No tiene polola y eso le frustra.

Ha dejado de preocuparse de sí. No cuenta con los recursos suficientes para poder arreglar sus dientes y su nariz, lo que, más que un asunto estético, ha comenzado a ser un asunto de salud. “Mis dientes se pueden caer en cualquier minuto”, asegura. Su mirada está fija en el suelo. Ya no es el Señor Nordetti de la televisión. Ahora sus ojos reflejan a Sergio, fuera de las luces.

No le gusta hablar de la belleza física. Le carga. “Todos nos deterioramos a medida que pasa el tiempo. Todos llegamos a ser una bolsa. La bolsa se arruga, se churrusca y después se bota. Y esa es la muerte de las personas”, señala. Sergio siempre se ha planteado ser otra persona, con otras características físicas. Siempre ha renegado de su apariencia. Pero con el tiempo ha aprendido. Cada vez que vienen los cuestionamientos acerca de su aspecto, él los deja ir: “Las cosas siempre pasan por algo. Yo antes sufría por ser como soy. Ahora estoy más relajado y sé que tengo que seguir con la vida”.

Sergio vive con su mamá, su hermana de veinte años, una sobrina y su hermano de catorce, en la comuna de La Florida. La casa de Nordetti es igual a la del lado y a la del frente. Igual a las cientos de casas que hay en el sector. La mamá de Sergio, con su trabajo de contabilidad en una empresa, es quien mantiene este hogar. El dinero muchas veces escasea hasta para lo básico. Su familia lo apoya en sus innumerables apariciones televisivas, pero lo que nadie comprende es cómo Nordetti deja que se mofen de él y de su apariencia: “Me dicen que cómo dejo que se rían de mí. Me molesta, pero les encuentro la razón, es parte del juego. En cambio yo no me enojo, es parte de la ley de la televisión”.

Los temores de Nordetti en la pantalla chica van más allá del miedo al ridículo y a la burla. Eso ya lo ha superado. Su mayor temor es que exista gente que se aproveche de él. Hasta el momento, asegura, nadie lo ha hecho. Pero expresa sus intenciones de que ojalá nunca ocurra: “Yo soy diferente, tengo la mala suerte de no darme cuenta y la televisión es fría y dura. Yo no soy así”.
Sergio, además de saciar su hambre por la pantalla, ha aprendido a reírse de sí mismo en la televisión. Al principio, en sus apariciones, los sentimientos de rabia e impotencia por todo lo que ha tenido que aguantar se apoderaban de él. Luego entendió que para todos existen las oportunidades. Y él no es la excepción. Actualmente, tiene un contrato con Chilefilms, que le permite pagar su carrera de Producción de Televisión en el instituto AIEP.

“Los que se burlan de ti, siempre te van a recordar. Yo tenía un profesor en el colegio que siempre le decía a mi curso: ‘De otros compañeros en esta misma sala no se van a acordar, pero de Nordetti nunca se van a olvidar’”. El profesor de Sergio tenía razón. El viernes 3 de julio, el Señor Nordetti iba a otra aparición en televisión, a un programa de talentos, de esos que tanto le gustan. Iba a estar en cámara sólo 5 minutos. Esos 5 minutos fueron 20. Nordetti está marcando.

2 comentarios: